"La expulsión de los jesuitas es, sin disputa, la sacudida más brusca que haya sufrido Chile en el curso de su historia..." incitó al autor a estudiar la realidad chilena de la segunda mitad del S. XVIII y los hilos que, desde la corte española, movían a los actores principales de nuestro incipiente país. Poco a poco surgió la epopeya de la Compañía, partiendo de los primeros siete jesuitas que llegaron a Santiago en 1593 y organizaron las misiones dedicadas a los pueblos indígenas. En el curso de los dos siglos siguientes los jesuitas desarrollaron el sistema educacional para atender poblaciones urbanas y la red económico-productiva más importante que conoció el país antes del S. XX. Al momento de la expulsión de 1767 la Compañía tenía en Chile casi 400 miembros, una universidad, trece colegios secundarios y muchas escuelas primarias; y una red de más de cien haciendas e industrias, en las que trabajaban miles de campesinos y no pocos esclavos. Las evidencias disponibles muestran el absurdo proceso de decisiones que, basado en criterios desarrollados por los ministros de Madrid, destruyó toda esa organización a costa de inmensos sufrimientos para los miembros de la Compañía y de daños irreparables para la incipiente educación y economía chilenas.
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