miércoles, 10 de agosto de 2011

EL OBSERVADOR Y SU MUNDO Volumen I
Rafael Echeverría
La propuesta de la ontología del lenguaje se inscribe en el desafío que nos dejara planteado el filósofo alemán Friedrich Nietzsche en el sentido de poner en cuestión aquella interpretación sobre el fenómeno humano, nacida en la antigua Grecia, que luego ganara hegemonía en el mundo occidental. A dicha interpretación la denominamos "programa metafísico". Sus fundadores, Platón y Aristóteles, conforman -siguiendo el nombre de una de las grandes obras del pintor renacentista Rafael Sanzio- la llamada Escuela de Atenas.
Lo central del menaje de Nietzsche fue sostener que, siguiendo dicha interpretación, el mundo occidental ha terminado en un callejón sin salida del que resulta imperativo alejarse. Ello posiblemente implica volver atrás y rehacer nuevamente el camino. Habiendo sido fieles a los presupuestos metafísicos, hemos terminado por comprometer tanto nuestra capacidad de conferir sentido a nuestras vidas, como las modalidades de convivencia que establecemos con los demás. El programa metafísico, que nos fuera de gran poder y utilidad durante mucho tiempo, hoy entrega señales de haberse agotado y, según el mismo Nietzsche, requiere ser sustituido por una concepción muy diferente del ser humano.

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